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Correo Fotográfico Sudamericano : revista quincenal consagrada a la fotografía y sus aplicaciones. Año 4, n. 79 (1924, oct. 15)

Analíticas: Mostrar analíticas:Género/Forma: REVISTA
Contenidos:
Notas editoriales: Nuevamente agradecidos. El aumento de cuatro páginas que introdujéramos con carácter permanente desde la última edición ha merecido, como todos nuestros consecutivos progresos, muchas felicitaciones de parte de los lectores. Al agradecerlas, junto con los elogiosos conceptos vertidos sobre nuestra obra, prometemos que pondremos todas nuestras fuerzas para merecerlos siempre. -- El caso de los bromistas. Desde hace varios número atrás la sección “Cartas de los lectores” se encuentra acaparada, digamos, por protestas justificadas de nuestros lectores contra los talleres de ampliaciones o bromuristas como justificadamente se los llama. En esta edición el señor Barra, de Villa María, une su queja a las demás aparecidas y protesta, claro es, contra las revistas que publican avisos de esas casas. La observación nos atañe en parte y por lo tanto nos creemos en el caso de sacar a la luz el tema. Es bien cierto que muchas casas no cumplen con sus clientes como deberían hacerlo; pero no es menos cierto que los que encargan sus trabajos son muchas veces también demasiado exigentes. Estas dos causales se salvarían prontamente para beneficio de todos, si los talleres no prometieran para “mañana” lo que saben que no podrán entregar sino un mes después y por otra parte si los señores profesionales no enviaran sus encargos para ser despachados “en el día”, como si fueran copias simples de tamaño 6x9. A raíz de estas quejas hemos visitado uno de nuestros grandes talleres y hemos podido constatar que si ellos no cumplen es por el exceso de encargos, exceso que por cierto sufren todos los talleres hasta los más modestos. Claro que ante una situación así, los dirigentes no deberían prometer una prontitud que están lejos de cumplir. Esta es la causa que más quejas provoca, ya que de la calidad de los trabajos pocas veces es necesario protestar, según hemos podido apreciar a través de la correspondencia recibida. Muchos profesionales caen sin quererlo en la creencia de que no bien llega al taller sus encargos se procede a realizarlos y la realidad no es así. Cada bromurista atiende, además de los profesionales, a los corredores y agentes y resulta que en el taller, por lo menos el que visitamos, se hacen cientos y cientos de ampliaciones diarias, al punto que al visitante parece mentira la realidad que se presenta a sus ojos. Esas pilas asombrosas de ampliaciones deben retocarse y allí es donde la prontitud fracasa. Si los talleres tuvieran a su cargo solamente el tiraje de la ampliación de seguro que no habría protestas. Pero el retocador, por más práctico que sea, necesita su tiempo y los talleres no pueden disponer de un número de retocadores como para responder al trabajo existente, no porque no puedan pagarlos, sino porque no los hay en número suficiente, dado a que una mayoría de ellos no trabajan nada más que cuando la necesidad les obliga. Esta es para la mayoría de los bromuristas una dificultad casi insalvable. No dudamos nosotros que los fotógrafos reconocerán prontamente esta dificultad con solo visitar un taller. Lo malo, y en esto estamos en un todo con los lectores quejosos, es que los bromuristas prometen lo que saben de antemano que no podrán cumplir. Con estas promesas lo que consiguen los talleres es perder la clientela y el descrédito en esta rama de la fotografía cunde rápidamente. Hoy más que nunca, en que son tantos los que se dedican a esta especialidad, es necesario que los bromuristas pongan todo su empeño en conservar a la clientela atendiéndola como se merece, pues la competencia induce mucho a los fotógrafos a ser con justicia exigentes. Por otra parte aquellos que trabajan con ampliaciones deben tener siempre presente la circunstancia de que los talleres no trabajan con exclusividad para uno y que por lo tanto no es dado exigir una prontitud imposible de realizar bajo todo punto de vista
Galería profesional: Pedro F. Arroyo. Repórter gráfico de reconocido prestigio y grandes simpatías personales. Iniciado en la Revista “Caras y Caretas”, continúa en ésta donde se le estima y aprecia
Foto de tapa: Retrato, por Graf y Kitzler
En: Correo Fotográfico SudamericanoResumen: Año 4, n. 79 (1924, oct. 15)
Existencias
Tipo de ítem Biblioteca actual Signatura Info Vol Estado Notas Fecha de vencimiento Código de barras
Revista Revista Centro de Investigación Fotográfico Histórico Argentino
H-CFS-4-79 (Navegar estantería(Abre debajo)) Año 4, n. 79 (1924, oct. 15) No para préstamo Consulta en sala

Notas editoriales:

Nuevamente agradecidos.
El aumento de cuatro páginas que introdujéramos con carácter permanente desde la última edición ha merecido, como todos nuestros consecutivos progresos, muchas felicitaciones de parte de los lectores. Al agradecerlas, junto con los elogiosos conceptos vertidos sobre nuestra obra, prometemos que pondremos todas nuestras fuerzas para merecerlos siempre. --

El caso de los bromistas.
Desde hace varios número atrás la sección “Cartas de los lectores” se encuentra acaparada, digamos, por protestas justificadas de nuestros lectores contra los talleres de ampliaciones o bromuristas como justificadamente se los llama. En esta edición el señor Barra, de Villa María, une su queja a las demás aparecidas y protesta, claro es, contra las revistas que publican avisos de esas casas. La observación nos atañe en parte y por lo tanto nos creemos en el caso de sacar a la luz el tema. Es bien cierto que muchas casas no cumplen con sus clientes como deberían hacerlo; pero no es menos cierto que los que encargan sus trabajos son muchas veces también demasiado exigentes. Estas dos causales se salvarían prontamente para beneficio de todos, si los talleres no prometieran para “mañana” lo que saben que no podrán entregar sino un mes después y por otra parte si los señores profesionales no enviaran sus encargos para ser despachados “en el día”, como si fueran copias simples de tamaño 6x9. A raíz de estas quejas hemos visitado uno de nuestros grandes talleres y hemos podido constatar que si ellos no cumplen es por el exceso de encargos, exceso que por cierto sufren todos los talleres hasta los más modestos. Claro que ante una situación así, los dirigentes no deberían prometer una prontitud que están lejos de cumplir. Esta es la causa que más quejas provoca, ya que de la calidad de los trabajos pocas veces es necesario protestar, según hemos podido apreciar a través de la correspondencia recibida. Muchos profesionales caen sin quererlo en la creencia de que no bien llega al taller sus encargos se procede a realizarlos y la realidad no es así. Cada bromurista atiende, además de los profesionales, a los corredores y agentes y resulta que en el taller, por lo menos el que visitamos, se hacen cientos y cientos de ampliaciones diarias, al punto que al visitante parece mentira la realidad que se presenta a sus ojos. Esas pilas asombrosas de ampliaciones deben retocarse y allí es donde la prontitud fracasa. Si los talleres tuvieran a su cargo solamente el tiraje de la ampliación de seguro que no habría protestas. Pero el retocador, por más práctico que sea, necesita su tiempo y los talleres no pueden disponer de un número de retocadores como para responder al trabajo existente, no porque no puedan pagarlos, sino porque no los hay en número suficiente, dado a que una mayoría de ellos no trabajan nada más que cuando la necesidad les obliga. Esta es para la mayoría de los bromuristas una dificultad casi insalvable. No dudamos nosotros que los fotógrafos reconocerán prontamente esta dificultad con solo visitar un taller. Lo malo, y en esto estamos en un todo con los lectores quejosos, es que los bromuristas prometen lo que saben de antemano que no podrán cumplir. Con estas promesas lo que consiguen los talleres es perder la clientela y el descrédito en esta rama de la fotografía cunde rápidamente. Hoy más que nunca, en que son tantos los que se dedican a esta especialidad, es necesario que los bromuristas pongan todo su empeño en conservar a la clientela atendiéndola como se merece, pues la competencia induce mucho a los fotógrafos a ser con justicia exigentes. Por otra parte aquellos que trabajan con ampliaciones deben tener siempre presente la circunstancia de que los talleres no trabajan con exclusividad para uno y que por lo tanto no es dado exigir una prontitud imposible de realizar bajo todo punto de vista

Galería profesional: Pedro F. Arroyo. Repórter gráfico de reconocido prestigio y grandes simpatías personales. Iniciado en la Revista “Caras y Caretas”, continúa en ésta donde se le estima y aprecia

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